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Una Herramienta de Planificación estratégica de Gobierno y Gestión de la familia empresaria que favorece la Continuidad.
Las empresas familiares constituyen un alto porcentaje en el entretejido empresarial de nuestro país. Aproximadamente el ochenta por ciento de las organizaciones poseen esta particularidad. Sin embargo se estima que solo un treinta por ciento pasa a una segunda generación y un siete a la tercera. Los hechos muestran que los motivos de desaparición están relacionados a desacuerdos familiares vinculados al negocio y viceversa.
Uno de los mayores desafíos que se les presentan a los líderes de este tipo de instituciones, es gestionar la empresa y la familia. Este binomio que convive en una sola entidad “la empresa familiar”, pareciera tener intereses contrapuestos. El sistema empresarial, persigue la máxima rentabilidad, competitividad, entre otros, mientras que el familiar, vela por los afectos, la unión, armonía de los vínculos, por sólo mencionar algunos. El hecho que tengan intereses contrapuestos no implica que deban ser contradictorios y generadores de conflicto. Por el contrario a partir de la herramienta propuesta, lo que se busca es generar los acuerdos necesarios, de manera tal, que se transformen las dificultades en oportunidades. Resultando así dos sistemas complementarios que se pulsan y generan sinergia.
Esta marcada diferencia entre ambas partes, que conviven, y engrandecen por un lado la empresa con su quehacer y la familia con la práctica loable de sus valores, cultura y tradiciones en ocasiones se desequilibra, ladeándose hacia un lado u otro, situación que repercute de manera no deseada en el conjunto de empresa familiar.
Al quehacer diario de gestión empresarial, relativo a decisiones referentes a clientes, proveedores, bancos, impuestos, etcétera, se presentan otros exclusivos de la empresa familiar, inherentes a la gestión del clan, como los son la incorporación de los hijos al negocio, su formación, el ingreso de los parientes políticos, cuestiones inherentes al relevo generacional, el futuro económico del predecesor, por sólo mencionar algunos.
Ahora bien, ¿Pueden preverse, anticiparse establecer elementos que ayuden a regular el balance y reacomodamiento de las partes?, ¿Cómo poner en funcionamiento mecanismos que aseguren el restablecimiento del equilibrio a la familia empresaria.
No olvidemos que tanto la empresa como la familia son órganos dinámicos, cambiantes, continuamente nos encontramos con cambios en el entorno, políticas, aspectos legales, laborales, impositivos, como así también sucede en la familia, matrimonios, nacimientos, divorcios, decesos. Todos estos aspectos impactan directa o indirectamente en la empresa familiar. No podemos decir que son buenos o malos, sólo suceden como parte del normal desenvolvimiento de la vida familiar y empresarial, lo importante aquí es establecer la manera de restablecer el equilibrio entre las partes para el buen funcionamiento del conjunto.
El Protocolo familiar es la herramienta que más ha contribuido a la continuidad de las empresas familiares manteniendo vínculos saludables entre las partes. Es un documento a través del cual los miembros de la familia pueden anticiparse y encauzar la problemática, retos y desafíos que afectan a su continuidad. En él se prevén principios, reglas y normas cuyo cumplimiento este orientado a una mayor unidad familiar y la continuidad, crecimiento y fortalecimiento de la empresa, como parte del legado familiar. El protocolo tiene como finalidad tanto prevenir problemas como resolverlos. En este sentido el Protocolo es un instrumento de gran ayuda para las familias empresarias.
Es de vital importancia para mantener la salubridad entre los vínculos de los involucrados en ambos sistemas, establecer acuerdos, normas y pautas que permitan a la familia empresaria anticiparse y planificar las distintas situaciones que se puedan presentar acordes y a medida de su clan, organización y visión de continuidad. Su existencia y cumplimiento, genera mayor seguridad y confianza no sólo en los miembros de la familia, sino también con respecto a terceros, empleados no familiares, proveedores, bancos, clientes, ya que su existencia implica un código de conducta y de obrar hacia la familia y la sociedad en general.
Es necesario destacar que su aporte es indiscutible, pero que requiere de parte de la familia una predisposición hacia el diálogo y consenso de los temas más álgidos, que sin lugar a dudas a futuro tendrán sus amplias recompensas.
En general, el Protocolo es un pendiente, que se va dejando de lado y esperando abordarlo a futuro por las connotaciones emocionales que tiene trabajarlo, el tiempo extra que demanda, entre otros. Lo importante para quienes tienen la responsabilidad de ser miembros de una familia empresaria es trabajarlo con la suficiente antelación para que pueda anticiparse a los hechos, que pueden ser de suma trascendencia, tanto en lo referido a los vínculos familiares como para el futuro empresarial. Mientras más lejano está la familia empresaria a los diversos escenarios más fácil le resultará diseñar las posibles soluciones.
Su elaboración no es la panacea, es un proceso arduo que implica “hablar y dialogar sobre aquello que no se habla… y de allí llegar a un acuerdo consensuado por todos”
El protocolo “ no es la ley de Moisés que baja de arriba” la familia empresaria con la ayuda de sus colaboradores externos debe debatirla, elaborarla y consensuarla entre todos los miembros involucrados de manera tal que su fuerza moral sea la piedra basal, la “ Constitución Familiar”. Llegar a acuerdos, en los que todos estén convencidos que es lo mejor para la empresa y la familia y que de esta manera podrán apostar a un futuro con relaciones sanas en el marco de una empresa rentable. En donde se contemple por ejemplo, el ingreso de las nuevas generaciones, el traspaso del liderazgo, la propiedad responsable, la idoneidad laboral y sus retribuciones, la compensación al capital aportado por las partes, sin dejar de considerar el resto de los miembros no familiares que participan de la organización, como de los terceros vinculados que confían y apuestan por la familia empresaria en cuestión.
Los sistemas sociales en donde se respetan las normas se vuelven más sanos y perdurables. La empresa familiar no debe ser una excepción.
De esta manera el protocolo familiar se convertirá en la herramienta que permitirá la sana convivencia de estos dos sistemas. Que si bien a priori pueden tener intereses contrapuestos sea el vehículo para gestionar su complementariedad. Reforzando las fortalezas de la familia empresaria como equipo, reconociendo los talentos tanto en la esfera empresarial como familiar, posibilitando la continuidad.
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